Las Nuevas Tecnologías y su anexión a la esfera educativa originan la instauración de nuevos ambientes didácticos que afectan de manera directa tanto a los educadores como al lugar en el cual se trabaja con las mismas. Este nuevo entorno, requiere “un nuevo tipo de alumno”; preparado para el autoaprendizaje, lo que es algo totalmente nuevo para el sistema educativo vigente. Por esto mismo es que las nuevas tecnologías le confieren un nuevo aspecto a la educación, donde ya no todos los saberes recaen en el profesor o en sus libros, sino que ahora las clases están sujetas a modelos mas abiertos y flexibles, donde la información tiende a ser compartida entre los alumnos.
Con las nuevas formas de comunicación, la situación cambia aun más, y el aula puede pasar a ser un conjunto arquitectónico y cultural estable, donde el alumno pueda interactuar con otros compañeros y profesores, sin tener que estar en un mismo contexto espacial, necesariamente, un claro ejemplo de esto es el estudio a distancia.
Esta nueva perspectiva espacio-temporal requiere nuevos modelos de estructuras organizativas de las escuelas que fijen no sólo el tipo de información transmitida, valores y filosofía del hecho educativo, sino también cómo los materiales se integran en el proceso de enseñanza-aprendizaje, las funciones que se le atribuyen y los espacios que se le concede.
Escudero Muñoz (1995) propone para una unificación tolerable de las Nuevas Tecnologías de la información y comunicación, “la preexistencia de un programa o proyecto pedagógico, como marco de sentido y significación para decidir sobre el cuándo, cómo y por qué del uso o no de un determinado medio o tecnología”. Esta nueva integración escolar necesita de un análisis, reflexión previo, sobre qué cuestiones ideológicas entran en juego al utilizar en la educación ciertos medios dentro de sus posibilidades educativas, administrativas, y culturales.
Para integrar definitivamente las nuevas tecnologías a las aulas, es necesaria la participación de “el profesional de la educación”, quien mediante sus decisiones, y su actuación podrá cumplir con esta finalidad (integrar las nuevas tecnologías). Evidentemente el rol del profesor se vera modificado con esta nueva forma de dictar clases, ya no será el elemento predominante y exclusivo en la transmisión de conocimientos, sino que pasa a ser una pieza clave del proceso enseñanza-aprendizaje, como elemento intermediario y organizador de situaciones, las situaciones de aprendizaje.
El profesor constituye una pieza esencial de todo proceso de mejora cualitativa de la enseñanza, para lo cual su formación inicial en Nuevas Tecnologías resulta fundamental. De ahí que haya que plantearse seriamente el tema de la formación de docentes en el uso de las Nuevas Tecnologías desde planteamientos pedagógicos que garanticen la verdadera integración de estas herramientas en la realidad escolar.
Todo esto lleva a preguntarme. ¿Si estas nuevas tecnologías, incorporadas a la educación, tendrán en un futuro, quizás no muy lejano, un impacto positivo? Al parecer, según lo investigado, ha tenido buenos resultados, ya que al ser las clases más didácticas, el alumno se siente más motivado y con mayores ganas de interactuar.
martes, 18 de septiembre de 2007
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